Los tiroteos ya se consolidan como método de intimidación pública. Fuentes tribunalicias les pusieron números al fenómeno.
Por La Capital
El ataque a balazos como medio de intimidación es un fenómeno delictivo que se consolidó en los últimos años. Sobre todo a partir de la saga de ataques con alto impacto institucional que comenzó el 29 de mayo de 2018 y se prolongó todo ese año. Una modalidad que pasó de un promedio de “dos o tres por año”, según se expuso en una audiencia imputativa a un tiratiros a mediados de 2018, a entre “diez u once” diarias de acuerdo a datos suministrados hace semanas por fuentes tribunalicias. “En la primera mitad del año se produjeron en Rosario alrededor de dos mil ataques a balazos intimidatorios contra propiedades y vehículos”, explicó un vocero judicial consultado. Sobre ese promedio públicamente trascienden una tercera parte. Las últimas cuatro que han trascendido ocurrieron en Saavedra al 5400 (la segunda en menos de 24 horas); Entre Ríos al 6100, Garzón al 300 bis y Rivadavia al 1300 de Villa Gobernador Gálvez.
La modalidad no es nueva, aunque la conmoción si lo sea. El ataque contra las viviendas y vehículos estacionados surgió como un método de intimidación pública cuyo primer blanco fueron testigos o denunciantes en expedientes acusatorios y deudores que se habían tornado incobrables o ligados a la narcocriminalidad. Un método que comenzó a masificarse en los primero años de este nuevo siglo. Disparos furtivos; a mansalva y sangre fría; contra una fachada o un vehículo para dejar un mensaje claro con el plomo de las balas. Un delito que se puede dar en periferia como en el centro de la ciudad y que jaquea el concepto de seguridad pública.
Después será el tiempo de buscarle la orientación jurídica según el resultado del ataque. Si el balazo pegó en la pared es un delito; si impactó en una persona, pero no lo mató, es otro. Una incidencia que puede oscilar entre el abuso de armas o la intimidación pública al homicidio de acuerdo a la puntería. Y más allá del resultado, de que se pueda fallar, directamente o indirectamente el mensaje mafioso llega a destino.
Una referencia. Tomando la última semana como referencia se podría pintar una acuarela sobre este delito, de amplio espectro, y trazar diversas aristas a partir de casos particulares. El miércoles pasado sobre el mediodía dos hombres en una moto detuvieron la marcha y dispararon al aire en inmediaciones de Olavarría al 1300 bis, en Empalme Graneros. La policía recogió al menos 8 vainas servidas. No hubo heridos. Un incidente similar había ocurrido la noche del viernes 24 de julio en Juan B. Justo y Garzón.
Un día más tarde, la noche del jueves 8, en poco menos dos horas, dos viviendas de zona sur fueron atacadas a balazos. Una en Sánchez de Thompson al 100, propiedad de Ariel Sebastián “Teletubi” Acosta, recibió al menos 22 impactos en su frente. “Teletubi” es uno de los hombres que trabaja para René “El Brujo” Ungaro y que ganó notoriedad cuando se fugó caminando del Centro de Justicia Penal en diciembre pasado.
Un par de horas más tarde, una vivienda de Spiro al 300 bis recibió al menos ocho impactos de bala. Las horas que siguieron fueron baleados domicilios en Corrientes y Rueda, con un herido de bala en una pierna; y un comercio de venta de motos (Teo Motos) en Juan Domingo Perón al 2000, de Villa Gobernador Gálvez. En este último caso el ataque fue extorsivo. Pedían motos y dinero para mantener “seguro” la concesionaria. Horas más tarde también fue atacada una casa de Gaboto y Paraguay.
El domingo el blanco de la violencia fue una vivienda de Vélez Sársfield al 6100, en la zona de barrio Ludueña que está bajo fuego del enfrentamiento entre Franco “Milanesa” Almaraz y “El gordo Gastón”. La vivienda atacada recibió una decena de impactos. Otra residencia, en Matienzo al 3700, barrio Vía Honda, corrió la misma suerte y en su frente quedaron al menos 7 balazos de 9 milímetros. A esa se sumó una tercera en 24 de Septiembre al 200, barrio Tablada, que fue baleada con al menos tres proyectiles.
A la tarde de ese mismo día, una casa de Saavedra al 5400, detrás del complejo Deliot, a unos 150 metros de la comisaría 19ª, fue rociada con plomo calibre 9 milímetros. Un Fiat Siena de uno de los vecinos recibió una veintena de disparos de 9. Mientras el vecino no salía de su estupor le llegó un mensaje: “Nos equivocamos. No era para vos”. La tranquilidad al vecino le duró menos de 24 horas porque el lunes por la tarde, alrededor de las 18, algunos habitantes de la zona indicaron que dos muchachos pasaron en moto otros hablaron de una “Ford Eco Sport blanca” y uno de ellos empuñando una “metra”, como se reconoce a la pistola ametralladora FMK3, disparó contra media docena de viviendas y autos estacionados. Los residentes indicaron que hubo al menos 30 disparos. “La verdad es que no sabemos por donde viene, pero si nos quieren allanar las casas a todos para que se ventile que es lo que ocurre que la Justicia lo haga”, explicó vecino.
Ayer también fue agredida una vivienda de Entre Ríos al 6100, en barrio San Martín. Al menos media docena de impactos quedaron en la fachada y el portón de un garaje. La dueña de casa explicó que el hombre al que le compraron la vivienda, un ex convicto llamado Lucas O., los había amenazado con atacarlos ya que quería cobrar más dinero por la residencia que había vendido hace cinco años.
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