Los bares y restaurantes volvieron a abrir luego de que se levantaran las restricciones. El público prefirió las mesas de afuera
por La Capital
La expectativa era grande. Los locales gastronómicos de Pellegrini, Oroño, Puerto Norte, Pichincha y el resto de la ciudad volvieron a abrir después de tres semanas de permanecer cerrados y de trabajar solo con delivery o bajo la modalidad de take away.
Desde temprano los rosarinos salieron ayer a los bares. Y hubo quienes decidieron desayunar en las terrazas o veredas. No obstante, el mediodía fue un poco más fuerte. “La gente lentamente vuelve a salir. Fue una apertura tranquila”, evaluó Alejandro Pastore integrante de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica de Rosario (Aeghar).
En una recorrida, realizada por La Capital, se pudo ver que los bares y restaurantes trabajaron puntillosamente para cumplir con las exigencias de esta nueva etapa. En los locales, las mesas estaban distanciadas, había alcohol diluido, y el personal se desempeñaba con tapabocas. Así, al atardecer comenzó el máximo movimiento.
Sobre el corredor Pellegrini no faltaron las promociones de “2 x 1” en cervezas en varios bares, y también a través de las redes sociales que días anteriores animaban a los rosarinos a salir y recuperar esos lugares de encuentro.
Claramente, los rosarinos prefirieron las mesas al aire libre. “La gente vino con muy buena onda por la apertura y creo que de a poco se van a volver a recuperar estos espacios de socialización”, reflexionó Pastore.
Pellegrini mostró todos sus locales con las mesas afuera y no hubo uno que estuviera vacío. Las familias disfrutaron de helados y también picadas a la nochecita. Dentro de los locales el movimiento fue mínimo.
Sobre el bulevar
Por su parte, bulevar Oroño se mostró repleta de gente caminando por el cantero central, la mayoría con el barbijo reglamentario. De hecho no está permitido usar vehículos particulares entre las 20 y las 6, con lo que para ir a los bares solo puede utilizarse el transporte público o caminar.
En los bares de esa zona, también se vio gente que aprovechó a salir a “tomar algo”. Si bien algunos locales tenían más clientes, otros se mostraron trabajando a pleno.
En Pichincha, algunos establecimientos se empezaron a llenar desde el mediodía. Principalmente en la zona de Oroño y Jujuy la gente se congregó a tomar cervezas a la tardecita, animada por el buen clima.
Los bares de la calle homónima abrieron más tarde y con reservas hechas por los clientes.
Martín Miglieta, dueño del bar de Pichincha y Brown, se mostró esperanzado ante la posibilidad de abrir nuevamente el local y esperaba que no volvieran a prohibir el trabajo.
“Abrimos todas las ventanas y pusimos muchas mesas afuera”, comentó el gastronómico que ayer tenía casi completa la capacidad permitida de reservas (30 por ciento) para dentro del local.
“Para las mesas de afuera no hicimos reservas porque viene gente de la zona, caminando, y quiere que haya mesas disponibles”, comentó.
En Puerto Norte también se vio una gran aceptación por parte de los rosarinos que coparon los pocos bares que hay en esa zona. Los protocolos se cumplieron, pero también hubo grupos de amigos que se sentaron de a cinco y más por mesa, cuando debían ser sólo cuatro, fundamentalmente frente a una heladería e incluso ante la mirada de agentes de la GUM.
Mientras esto sucedía en los bares cerca del río no faltaron grupos de jóvenes sentados y compartiendo un rato de la tarde.
Cabe recordar que esos encuentros siguen prohibidos, y que el gobierno santafesino permitió el funcionamiento de los negocios gastronómicos con una ocupación máxima del 30 por ciento dentro del espacio cerrado, y un distanciamiento mínimo de dos metros entre mesas, además de ingresos y ventanas abiertos. A su vez, las mesas en los espacios abiertos como veredas, patios o terrazas debían mantener un distanciamiento de 1,5 metro entre cada una.
Controles
Anoche no faltaron los controles. Agentes municipales recorrieron los corredores gastronómicos. En más de una oportunidad se los vio revisando sus celulares mientras había grupos de amigos sentados, sin respetar el protocolo. En tanto, algunos gastronómicos se quejaron de que “cada inspector interpreta el protocolo como le parece y se pone a medir los metros entre las mesas”.
Más historias
Justicia y basta de muertes, unánime grito tras el crimen de Joaquín Pérez
A La Siberia llegan cada vez menos colectivos y se multiplican las quejas
Sabores del Mundo: cuatro días para comer los mejores platos de las colectividades