abril 26, 2024

Radio Gran Rosario

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SOCIEDAD. Cómo transitaron el aislamiento social las parejas rosarinas

– Fuente: La Capital –

La cuarentena potenció conflictos, pero también reveló fortalezas. Hubo una catarata de consultas a abogados expertos en divorcios y a psicólogos

 

 

Por Ricardo Luque 

 

Era un secreto a voces, pero igual fue un sacudón. Jueves a la noche, el país con la nariz pegada en el televisor, el presidente Alberto Fernández decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio. A la gran mayoría, aunque ya tenía en el radar el peligro del coronavirus, lo tomó por sorpresa. Más que nada porque, de un día para el otro, sin anestesia, se iba a tener que quedar encerrado ahí donde estaba.

Hubo quienes esa noche misma, a los apurones, prepararon el bolso y se fueron en busca de un lugar mejor donde pasar la cuarentenaHijos que habían venido a estudiar se volvieron al pueblo, novios a los que ni se les había cruzado por la cabeza una convivencia decidieron juntarse y familias, que en plena actividad se veían fugazmente, se encontraron cara a cara, 24 horas por siete días, sentados en el living sin nada que hacer.

Solo los más pesimistas, que acaso también tenían esperanzas de que no fuera así, pensaron que el confinamiento podía extenderse tanto tiempo, pero pasó y tuvo sus consecuencias. Algunas buenas, otras no tanto. Sin válvula de escape, subió la presión peligrosamente y las diferencias que escondían el trabajo, el estudio y el gimnasio mostraron los dientes y las consultas por trámites de divorcio “crecieron exponencialmente”.

No se concretaron por dos motivos, porque el tribunal está cerrado y porque, con cada extensión de la cuarentena, ante la necesidad de seguir conviviendo, se frenó el impulso. Según el relevamiento del portal Divorcios Rosario, los pedidos de asesoramiento online aumentaron un 50% y las edades de los que preguntan se ampliaron, antes eran de entre 35 y 55 años y ahora, de 25 a 65 años y más. La mayoría son mujeres.

La clase de zumba

Mónica es divorciada, tiene hijos grandes, independientes, y vive en Funes, en uno de los barrios que florecieron en los últimos años con el boom inmobiliario. Estaba de novia hacía un tiempo y la relación navegaba, por eso, ante la novedad del DNU presidencial, decidieron afrontar la cuarentena juntos. “Iba todo bien, hasta que le pedí prestada la computadora para hacer una clase de zumba…”, confiesa y hace una pausa tensa.

“Cuando abro la computadora me aparece una página de Facebook con el mensaje de una mujer, coqueteaban, y así varias”, cuenta sin perder la calma, y sigue: “Tuvo mala suerte o fue poco inteligente, lo descubrí y la confianza ya no es la misma. Lo mandé a su casa a pensar. Éramos muy compañeros, felices, no sé por qué hizo lo que hizo; él me dice que era una pavada y llora y bla, bla, bla, pero yo estoy enojada, veremos…”.

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La cuarentena planteó un desafío a las parejas. El ajetreo de la vida cotidiana, las rutinas, el fútbol con amigos, las salidas con las chicas, la escuela de los hijos, que son una válvula de escape, ya no están y no queda otra que pasar más tiempo juntos. Para algunos fue un catalizador de los problemas, para otros una bendición, porque pudieron disfrutar momentos que antes estaban reservados para los fines de semana o las vacaciones.

“A más de uno le tiene que haber pasado, que estaba ahí dando vueltas, que se llevaban bien y el día que se decretó la cuarentena dijeron ‘venite a casa o me voy a tu casa’ y empezaron una convivencia en la práctica decidida por Alberto y cada dos semanas se plantean si se renueva o no”, reflexiona Rodrigo, 44 años, profesional, que sin pensarlo decidió, desde el día cero, pasar la cuarentena con su pareja y los hijos de ambos.

“Fue una prueba de fuego, madurar de golpe, pero estamos muy bien, contentos”, revela sin ocultar su entusiasmo, y sigue: “Todas las noches, cuando vemos una peli o tomamos un café y charlamos nos decimos ‘qué bueno estar pasándola de a dos y que no estamos hartos el uno del otro’. Y jodemos diciendo ‘quién va a extrañar más al otro cuando termine la cuarentena’ y nos hacemos los desentendidos diciendo que va a ser el otro”.

La edad de riesgo

Ada y Ricardo tienen la “edad de riesgo”, ellos lo saben mejor que nadie y se cuidan, mantienen el aislamiento a rajatabla y, aunque lo hacen a conciencia, hay momentos en los que extrañan y mucho. “Lo más difícil es no ver a los nietos y a las chicas, somos muy familieros y nos cuesta mucho no juntarnos, no jugar con los nenes”, cuenta nostálgico Ricardo y Ada, a su lado, desde aquel lejano día que dieron el “sí”, asiente con la cabeza.

“Para nosotros acompañarnos es lo más natural del mundo, nos pusimos de novios con 15 y 17, así que nos criamos juntos ; cumplimos los 42 años de casados en cuarentena”, cuenta Ricardo, abogado, con el estudio en Cañada de Gómez, pero advierte: “El problema es la incertidumbre, nosotros el 25 viajábamos a Venecia con mis consuegros y quedó todo en veremos, el futuro es un misterio, salvo por el hecho de que vamos a seguir juntos”.

El confinamiento cambió la dinámica cotidiana de las parejas y, aún aquellas que se eligen cada día, sufrieron el impacto de estar cara a cara de la mañana a la noche, sin descanso, sin recreo. “La hiperpresencia fue una prueba de fuego para las parejas, algunas la pasaron, otras no”, reflexiona la psicóloga y sexóloga Silvana Savoini, y añade: “Pasar tanto tiempo sin ventilación social es nocivo, más que la falta de sexo”.

Natalia, cuarenta y pico, publicista, espíritu libre, vive con su novio hace varios años, tantos que prefiere ni contarlos, siempre se llevaron más que bien, pero estos dos últimos meses hubo chispazos, de los buenos y de los malos también.

“Extraño las salidas con las chicas, ir a tomar una birra a Pichincha, charlar, reírnos, eso a mí me daba aire, espacio, si nos cruzábamos con mi chico, salía a dar una vuelta y listo, ahora se complicó”, confiesa.

Claro que pensó en salir corriendo, pero no lo hizo. “Tenés tanto tiempo que se te ocurren un montón de pavadas”, se ríe como solo se puede reír cuando las crisis quedaron atrás y ya no duelen. Pero cada pareja es un mundo, y hubo muchos que volaron por los aires, hubo muchos que armaron el bolso y se fueron, pensando que ya habrá tiempo para volver a buscar lo que, en el apurón, dejaron atrás, entre los escombros del amor.