Por Artemio López.
Juntos por el Cambio se encuentra en medio de un debate interno, que supone incluso la discusión sobre la continuidad del liderazgo de Mauricio Macro. El Frente de Todos ha comenzado también a revelar diferencias, hasta hoy puestas en sordina pero que emergen mostrando sus límites.
Por Artemio López, Director de Consultora Equis
Diario Perfil
Así como la coalición opositora Juntos por el Cambio se encuentra en medio de un debate interno grave, debate que supone incluso la discusión sobre la continuidad del liderazgo de Mauricio Macri, el tipo de unidad que administra el Frente de Todos ha comenzado también a revelar diferencias profundas, distintas concepciones hasta hoy puestas en sordina pero que emergen mostrando sus límites.
Recientemente y para nada casualmente en los albores del inicio de las negociaciones con el FMI en cuyas demandas siempre está el cambio de la legislación protectora del trabajo, Roberto Lavagna eventual aliado del Frente de Todos, ha vuelto a la carga con su tradicional proyecto de reforma laboral, travestida esta vez como solemne “Programa económico” (lo sabemos, Roberto Lavagna normalmente es ampuloso).
En el proyecto del exministro de economía se insiste en reemplazar a las indemnizaciones por despido solventadas por la patronal, por un fondo integrado por el trabajador con parte de su salario, el que rige para la Uocra y es el mismo que estaba en el corazón de la reforma laboral planteada por el macrismo en el año 2017 junto con la reforma previsional, proyecto que ni siquiera “los gordos” de la CGT avalaron.
Al mismo tiempo El Pálido (brillante apelativo que empleaba Néstor Kirchner para referirse al economista) y como es habitual, apunta que el “nuevo empleo” debe ser flexible y precarizado, para así poder generar empleo, en una propuesta tan parecida a las ideas de Domingo Cavallo y Caro Figueroa en los 90’, que es igual, y que cuando se aplicó durante la década menemista no generó más empleo, sino menos.
Fue el intransigente abogado laboralista Héctor Recalde quién salió inmediatamente al cruce de esta propuesta flexibilizadora cuando advirtió: “Si se deja sin efecto el sistema indemnizatorio al empleador le dará igual despedir o no, es decir el trabajador pierde la protección contra el despido arbitrario.”
Al mismo tiempo el Ministro de Trabajo, Claudio Moroni, figura proveniente del círculo de mayor confianza de Alberto Fernández, advertía que, lejos de hacerlas desaparecer, el encarecimiento de las indemnizaciones a cargo del empleador era un mecanismo adecuado para evitar despidos arbitrarios.
Como se verá, la falacia hecha proyecto de Roberto Lavagna no resiste el más mínimo contraste con la historia reciente.
Recordemos que la informalidad laboral en el año 1975 era del 12%. Tras el desembarco neoliberal con la dictadura, y en casi tres décadas de régimen neoliberal, el trabajo informal trepó al 50% en el lapso comprendido entre los años 1976-2003 y el desempleo trepo del 3% al 24% en igual lapso.
Descendió la informalidad al 34% y el desempleo al 5,9% durante el kirchnerismo en el lapso comprendido entre los años 2003 y 2015 y trepó nuevamente al 10,4% el desempleo y al 36% la informalidad durante el gobierno neoliberal-saqueador de Mauricio Macri, entre los años 2016 y 2019.
Como se ve muy claramente, la informalidad laboral y el desempleo son una consecuencia del régimen de acumulación, del modelo socioeconómico independientemente de la legislación laboral, circunstancia que oculta el planteo “legalista” de Roberto Lavagna, que insiste en flexibilizar y profundizar la pérdida de derechos de los trabajadores como extravagante modalidad de generar formalidad y empleo genuino.
La pregunta surge evidente. ¿Son estas miradas tan contradictorias, las que propician la flexibilidad y la de sus adversarios históricos, posibles de ser administradas bajo y por un mismo espacio político?
¿Puede el Frente de Todos gobernar con este nivel de tensiones internas ya no en torno a matices de gestión-lo que es habitual- sino en atención al plexo de la política socioeconómica y el modelo de país?
Sobre el tipo de unidad requerida por un espacio popular-democrático para poder gobernar, fue Néstor Carlos Kirchner en el Congreso Ordinario de la CGT en el año 2008, el que sostuvo de manera taxativa: “Todos juntos para hacer un acuerdo a espaldas de la gente, no. Todos juntos para transformar la Argentina. Todos juntos para decir que hay que renunciar a principios fundamentales, todos juntos para bajar banderas, no.”
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